viernes, 24 de octubre de 2014

LA ESCUELA DE HOY. ESTOY SORPRENDIDA POR LOS SORPRENDIDOS.

Así me siento yo
   Sigo paseando por los grados, en la escuela de la mañana.  Soy la maestra "comodín". Reemplazo a las docentes que faltan a clase. Y la experiencia no es para nada mala. Me encanta. Me estoy conociendo a casi todos los chicos del colegio más o menos. Ya pasé por 3ro, 4to, 6to y sigo como auxiliar en 1ro. Allí, luego de una clase de una hora y media, los frené ante mucho alboroto. Luego de una charla reflexiva, logré silencio. Después de ese día, el viernes pasado, los nenes comenzaron a dejarme mensajitos escritos y a sorprenderme con abrazos todo el tiempo. Pero lo que realmente me sorprende es ver sorpresa en sus ojitos.

   Me pasó también en 6to grado, en el que estuve dos días, pocas horas, pero suficientes para que nos conociéramos un poco y para que hayan elegido "molestar" a la auxiliar. Pero si quisieron eso les costó, porque los frené cada diez minutos.
 Si bien más de la mitad del grado hacía silencio y me escuchaba, bastó un grupito risueño para frenar la clase e impedir que yo les explicara un tema nuevo. Argumenté que si jamás dí un tema nuevo con murmullo, no lo iba a hacer a esta altura de mi vida. Y que me pensaba cruzar de brazos, pero los iba a torturar hablándoles de su falta de respeto, con la misma intensidad  con que ellos desobedecían hablándose entre sí.

   Conclusión, al otro día, se me acercó un alumno y me dijo : "seño disculpas", "por qué, -le dije", "por lo de ayer, estuvimos mal". Yo le dije gracias y le di un beso. Es que el día anterior les pedí silencio todo el tiempo hasta que me cansé y les hablé preguntándoles si se  sentían tan inteligentes por tener que hacer la tarea en casa, pudiéndola hacer en clase. De hecho, tuvieron que hacer eso. Me dijeron que estaban más acostumbrados a que les griten para hacer silencio y que como yo no levantaba la voz, por eso seguían hablando.
   La sorprendida fui yo, me di cuenta cuánto cambió la escuela, porque 18 años atrás, nunca necesité en mis años de docencia tener que gritar todo el tiempo para que me obedezcan.  Me obedecían porque me respetaban y querían y porque a la vez yo los respetaba y los quería. Pero se ve que las cosas han cambiado. Los chicos han cambiado. Las familias han cambiado.

  Pero el segundo y último día con ellos, hubo más reflexión porque un grupo hizo llorar a un nene, que me dijeron siempre lo molestan. Y a otro, de muy buena conducta, le escondieron todo el tiempo la cartuchera o se la vaciaban para molestarlo. Entonces les dije que íbamos a hablar. Luego ellos solitos me dijeron "vamos a hablar de bulling"? Y hablamos.

  Les dije que todos nacemos iguales pero que en la vida había dos puertas para elegir: la de ser buena persona o una persona cruel, y que no había grises.
Les dije que los amigos, la familia, la escuela, nos formaban y nos transformaban en el tipo de persona que queríamos ser. Que una persona buena todo el tiempo se equivocaba y aprendía, pero su corazón no soportaba crueldades, y por eso cosechaba en la vida buenos amigos. pero la persona cruel, sufría y los amigos que tenía no eran buenos amigos ni podía ser feliz.
  Les pregunté qué sentía esa persona que hizo llorar a un compañero o aquel que escondía cartucheras para provocar molestias y tristezas. Les dije que cuando egresaran y vieran la foto de egresados, marcarían con el dedo a las personas detestables y con otro dedo a aquellas que siempre les provocó sonrisas, o que estuvieron a su lado cuando lo necesitaban.
  Ellos elegían.

   Me dijeron con sorpresa: "seño, sos re-psicóloga", y yo les dije, soy sólo una maestra que ama la docencia, que ama a los niños y que quiere que sean felices dentro del aula y cuando de van de ella. Les dije que ojalá reflexionen y que no haya más problemas de ese tipo hasta fin de año.

  Ojalá, aunque sea un poquito, les haya servido mis palabras.
Yo me fui feliz, porque muchos de ellos, con muchos ojitos sorprendidos,  me regalaron su sonrisa. Y eso, para mí, fue un logro más que suficiente, dentro de tanta rebeldía y hábitos poco felices hacia los demás, que tienen demasiados niños de hoy.

lunes, 13 de octubre de 2014

POR QUÉ AMO TANTO ESCRIBIR.



Desde chiquita acostumbrada a ir a todos lados con un cuaderno y un lápiz. Para dibujar o para escribir. En ese entonces escribía poesías. Lo hice hasta mi adolescencia. Hace poco encontré un cuadernito con mis creaciones, y fue motivo de mucha diversión para mis hijas. Por lo menos mi arte provocó un sentimiento: risas. Será por eso que desde hace tanto me dediqué a la prosa.
Lo que más les divirtió fue una frase copiada de un libro: "Mi vida es un cementerio de esperanzas muertas". Justo después que les hubiera comentado que sufrí mucho en mi adolescencia. Me creyeron al instante.

 Apenas comencé la secundaria inicié un diario íntimo que escribí durante los cinco años de escuela. Lo tengo escondido. Conté demasiado, creo. Y me da pena arrancar hojas. Siento algo de vergüenza de que mis hijas  lean algunas cosas y se enteren que su mami también pasó lo mismo que ellas o que no es precisamente un ejemplo.
No la pasé nada bien en mi adolescencia. Peleada con mi cuerpo, más crecía más tímida me hacía y me costaba socializar. Disimulaba como podía con mi sonrisa y alguna espontánea simpatía, pero la realidad es que siempre me costó horrores hacer amigos. Los anhelaba todo el tiempo pero aún no tengo bien resuelto el porqué siempre me costó tanto. De grande, se me ocurre que fue y es por egoísmo. Para la amistad hay que entregarse por completo y creo que nunca quise eso. Porque eso siempre lo sentí como una invasión. Y probablemente nunca quise abrirme.
Ahora no lo veo exactamente así pero reconozco que soy una ermitaña más que sociable. Ya no me molesta la gente y  disfruto las fiestas o reuniones con gente desconocida. Me fascina hablar y conocer gente distinta. No dejo de maravillarme con los distintos hábitos de la gente, y sus distintos modos de encarar y percibir la vida.
Sin embargo, me la paso evadiendo amistades. Es algo compulsivo. Como que le huyo al compromiso. Necesito de mis tiempos y de mi soledad a diario.
Soy de las que no sabe lo que es sentirse sola o aburrida porque mi cabeza me lleva todo el tiempo a infinitos lugares y situaciones. Y disfruto enormemente de mis silencios.
Si algunos ojos inquietos me tildan de aburrida probablemente se pierdan de mis inquietudes internas. Mucho más interesantes para mí que una charla insípida. Por eso es que disfruto tanto de mi soledad y mis pensamientos.

Pero si de algo disfruto es de escribir mis sentimientos. Cuando tecleo en esta mágica máquina de escribir moderna, el placer me recorre desde los pies hasta la punta de los dedos de mis manos. Siento la misma adrenalina de un escalador en el Himalaya, la misma adrenalina de un corredor de Fórmula Uno, y podría seguir enumerando. Esta es mi más preciada adrenalina. La que siento cuando puedo traducir en palabras esta mezcla de sentimientos e ideas que nacen y nacen y no paran de nacer. Frente a mi ordenador soy el ser más feliz del planeta. Mientras mi mente burbujea se detiene el mundo y por unos segundos lo tengo aquí, atrapado entre mis dedos y un mar de teclas musicales.

Lo que añoro es el papel estrujado luego de un intento fallido en mi vieja máquina de escribir Olivetti. Las nuevas generaciones se encuentran con esta maravilla que es corregir los errores ortográficos y de redacción. Yo misma amo y disfruto mi modernosa notebook, pero cómo sufro en los cortes de luz y cómo extraño y recuerdo allí a mi vieja compañera de ruta. Cuando no existía el liquid paper y usaba un papel con tiza para borrar los errores.
Qué placer me daba arrancar el papel, hacerlo un bollo con mi mano y hacer puntería al lanzarlo al cesto. Ahora mi maquinita moderna hace lo mismo con  la Papelera de Reciclaje. Pero saben qué? No es lo mismo.

El placer de escribir no ha mermado con los años. Todo lo contrario, crece cada día mi sed. Y mi ordenador me ayuda a saciarla cada día. Claro, siempre con la  firme compañía de un termo y un riquísimo mate amargo. Porque soy bien argentina.



domingo, 12 de octubre de 2014

"SOS RE CAPA". CÓMO UN ALUMNO TE PUEDE ILUMINAR EL DÍA


  Luego de muchísimos años y tras dedicarme a dar clases particulares a chicos de primaria y secundaria he vuelto a las escuelas.
  Digo "las" porque en medio de un torbellino me encontré inmersa, desde casi el alba y bien pasada la tarde, en dos escuelas maravillosas. Porque no sólo estoy rodeada de sonrisas sino que me hacen sentir que nunca me alejé de ese mundo.
  Qué se puede sentir cuando sólo se cosecha sonrisas desde caritas muy pequeñas y otras no tanto. El ego se quiere inflar, luego de estar tan vacío hace demasiado tiempo. Y el corazón está casi que explota de amor. Porque el amor espontáneo de los niños es eso, amor puro sin vueltas.
 Tengo varias anécdotas para contar, muchas graciosas, dulces y alentadoras.
Mis primeros días en 2do grado fueron a puro nervio, con niñitos de 7 años demandándome y abrazándome sin respiro. Me volví algo loca, pero quien más me enloqueció con su conducta me regaló esta frase en goma eva al terminar mi primer día de trabajo. Y me conquistó absolutamente. Morí de amor.

Luego mi primer día en otro colegio fue como docente auxiliar, (para continuar luego allí mismo con una suplencia en 3er grado por una semana). Al casi terminar el día, se acercan una pequeña y un pequeño y me miran con caritas muy traviesas y a la vez muy vergonzosas y me dicen: "Para vos seño, lo hicimos los dos".
Lo primero que leí fue el "Biemvenida", tan dulce, con la falta de ortografía más tierna de sus 8 añitos. No sabían estos niños, o sí, que sus palabras fueron justo lo que necesitaba, luego de 18 años de ausencia en las aulas.

Otra experiencia fue como auxiliar en 4to grado. Cómo explicar lo que se siente cuando se entra a un aula con niños de 10 años, y previamente se nos aconseja mano firme, y varios ojos adultos  nos acompañan con compasión hacia el aula, porque la verdad es que los 4tos no son nada tranquilos. Se siente nervios. ¿Cuánto podrán enfrentar a una docente auxiliar? ¿Hasta cuánto serán capaces de evitar el respeto? Sin embargo, no sé si fue el factor sorpresa, no sé si fue que nuestras miradas hicieron real contacto. Pero al primer recreo, recibo el regalo más precioso. Salen del aula y unos ojitos verdes bellísimos de un nene me miran y me dicen con vergüenza y algo de sorpresa: 
"seño sos re-capa". Aún saboreo sus desinteresadas y espontáneas palabras.

Volví luego de un mes a la misma escuela donde recomencé mi labor docente, en el mismo grado. Y los pequeños me recibieron, los 20 juntos, con un: "ahora chicos" y vinieron a darme un abrazo fortísimo dentro del aula que me llenó el alma de tanta felicidad.
Ya previamente nos habíamos dado unos abrazos muy fuertes y sentidos con el personal docente y directivo de la institución. Abrazos que me llegaron el alma y fueron la bienvenida más preciada y emotiva.

Y como eso fuera poco, se ve que mis angelitos de la guarda me tenían preparado más frases de amor para mí. Ayer estuve un ratito con primer grado en la escuela de la tarde, y los chiquitos me regalaron un "seño, cómo me divertí con vos" y un "me gustaría tenerte en 2do el año próximo". Me preguntaba al volver a casa, si es que Dios me está enviando tanto amor porque sabe cuánto hoy lo necesito.

Me siento hoy la persona más rica del mundo. Quién puede conmigo. Si tengo a tantos seres que comparten sus corazones conmigo las horas del día, y cuando vuelvo a mi casa mis hijas me envuelven en su eterno y maravilloso amor diario, que me hacen olvidar las contracturas, la disfonía de mi garganta, el dolor de pies y hasta del pelo!!! jajjj Porque sí que soy consciente más que nunca de cada año que tengo!!!!jajjj

¿Cómo pude estar alejada tanto tiempo de los niños?
He vuelto a renacer. Gracias Dios por enviarme tanto amor. Soy feliz.